¿Cómo puede una misma línea de pobreza clasificar como “no pobre” a alguien que gana menos dinero real que otra persona en otro país? | ¿Qué se pierde cuando intentamos entender la BOP solo con umbrales monetarios, especialmente en economías donde domina la informalidad? | ¿Por qué las metodologías tradicionales suelen invisibilizar vulnerabilidades interseccionales y transformaciones tan concretas como el reconocimiento social y la dignidad en el trabajo?
En la primera entrega de la #SerieBOP vimos las primeras dificultades que encontramos al medir los ingresos en contextos de informalidad, entendimos las definiciones clave del contexto y desgranamos las metodologías que existen actualmente y las aparentes contradicciones que presentan entre sí. En esta segunda parte entenderemos que medir pobreza parece sencillo hasta que los números cruzan fronteras: la misma cifra puede significar vidas muy distintas según el país, el tipo de cambio y lo que realmente se puede comprar con ese ingreso.
Ahora que hemos abordado la diferencia entre PPA y precios de mercado, es posible explicar un problema real que enfrentan las organizaciones. Al analizar diferentes países el DFID Impact Programme descubrió:
La misma línea de pobreza ($2.50 PPA del 2005) significa cosas muy diferentes en cada país:
| País | Una persona en pobreza vive con… |
| Bangladesh | $2.50 PPA = $1.32 precio real por día |
| India | $2.50 PPA = $1.32 precio real por día |
| Kenya | $2.50 PPA = $2.17 precio real por día |
| Nigeria | $2.50 PPA = $2.52 precio real por día |
¿Qué significa esto en la práctica? Tomemos a dos personas hipotéticas: Fátima en Bangladesh: Gana $1.50 al día (precio real) y James en Kenya: Gana $2.00 al día (precio real)
Según la línea de $2.50 PPA:
- Fátima está SOBRE la línea de pobreza (porque $1.50 en Bangladesh compra más que $2.50 en USA)
- James está BAJO la línea de pobreza (porque $2.00 en Kenya compra menos que $2.50 en USA)
¡Pero James gana más dinero real que Fatima! Esta paradoja muestra por qué es tan complicado comparar la pobreza entre países. El problema se agrava porque, como señala el DFID, «cuando organizaciones piensan que están usando líneas de pobreza internacional, pueden no estar tan alineadas como aparentan» (UK Aid, 2015). Muchas personas del sector confunden PPA con precios de mercado, creando inconsistencias enormes en los datos.
El rostro humano detrás de las metodologías
Informalidad: La economía invisible de millones de personas
Uno de los desafíos más significativos en la medición de la BOP es la predominancia del trabajo informal. Según la Organización Internacional del Trabajo, «hay aproximadamente dos mil millones de trabajadores informales en todo el mundo, representando el 58% por ciento de la fuerza laboral global y el 90% de la fuerza laboral en países en desarrollo» (OIT, 2023).
La situación resulta ser particularmente preocupante en África subsahariana, donde «solo el 10 por ciento de la población trabajadora está empleada formalmente y puede acceder a protecciones laborales estatutarias y seguro social» (IFC, 2023). Esta realidad significa que la gran mayoría de trabajadores en la BOP operan fuera de los sistemas formales de medición y protección.
El informe «The Next 4 Billion» identificó tres características universales de la vida en la BOP que trascienden las estadísticas de ingreso:
- Necesidades insatisfechas significativas: La mayoría no tiene cuenta bancaria, teléfono, título de propiedad formal, o acceso a servicios básicos
- Dependencia de medios de vida informales: Como productores, carecen de acceso a mercados justos y mayoritariamente venden a intermediarios
- La penalidad BOP: Pagan precios más altos por bienes y servicios básicos – en efectivo o en esfuerzo – y reciben menor calidad
Esta penalidad no es abstracta. Los datos del informe muestran que los hogares de clase media tienen 7 veces más probabilidad de tener agua entubada que los hogares BOP, y que el 24% de hogares BOP carecen de electricidad versus solo 1% en clase media.
Grupos vulnerabilizados
Antes de analizar grupos específicos, es crucial entender el concepto de interseccionalidad en el contexto de la pobreza. La interseccionalidad reconoce que las personas no experimentan una sola forma de vulnerabilidad, sino que diferentes características se entrecruzan creando desventajas múltiples y amplificadas.
Ejemplo concreto: Una mujer migrante trabajando en el reciclaje informal no enfrenta solo discriminación de género O xenofobia O informalidad laboral. Enfrenta las TRES simultáneamente, y estas se potencian entre sí:
- Como mujer: gana menos que los hombres en el mismo trabajo
- Como migrante: no tiene acceso a programas sociales nacionales
- Como trabajadora informal: carece de protección laboral
- La combinación: puede significar explotación extrema, sin redes de apoyo ni recursos legales
Según el IFC (2023), estas intersecciones crean «vulnerabilidades multiplicadas» donde 1+1+1 no es igual a 3, sino a 10 en términos de exclusión y pobreza. Las metodologías tradicionales de medición raramente capturan estas complejidades, invisibilizando a quienes más apoyo necesitan.
Las mujeres enfrentan una doble invisibilidad en las estadísticas de pobreza. Mientras que en el sector formal de gestión de residuos «las mujeres representan solo el 22% de la fuerza laboral» (OIT, 2023), en el sector informal su participación es mucho mayor pero raramente documentada.
La pandemia de COVID-19 exacerbó estas desigualdades. A nivel global “el 58 por ciento de las mujeres empleadas trabajan en el sector informal» y fueron desproporcionadamente afectadas por los confinamientos y disrupciones económicas (IFC, 2023). Según datos de la OIT, en países de menores ingresos, entre el 80 y 90% de las mujeres empleadas, trabajan en la informalidad.
Las personas trabajadoras migrantes en la BOP enfrentan vulnerabilidades interseccionales. Según el IFC, tienen «tres veces más probabilidades de ser víctimas de trabajo forzoso» y enfrentan «barreras lingüísticas, falta de documentación y discriminación sistemática» (IFC, 2023).
Caso de estudio con trabajadores y trabajadoras en la informalidad
La brecha entre umbrales estandarizados y percepciones de bienestar. En conversaciones con personas recicladoras en Bolivia, identificamos que sus percepciones de «mejorar la calidad de vida» frecuentemente no se alinean con cruzar umbrales monetarios específicos como $3 PPA o $8.44 PPA. Sus hitos de progreso incluyen:
- Dejar de vivir en condiciones de calle para poder alquilar una vivienda que además sirva como depósito
- Lograr que sus hijos completen educación secundaria o accedan a universidad
- Alcanzar estabilidad en necesidades básicas (alimentación, vivienda, servicios)
Estos indicadores de bienestar subjetivo son reconocidos por enfoques multidimensionales de pobreza, pero la distancia entre las métricas técnicas y lo que las propias personas consideran «progreso» plantea preguntas sobre qué estamos realmente midiendo y para quién.
Por otro lado, la experiencia del proyecto ReciclaUp en Santa Marta- Colombia, ilustra cómo las transformaciones en las personas trabajadoras informales trascienden los umbrales monetarios que definen las metodologías estándar.
Elvis: Más allá del incremento de ingresos. Elvis, 33 años, venezolano trabajando en Santa Marta desde 2017, experimentó un cambio significativo en su ingreso diario:
- Antes de ReciclaUp: 20,000 pesos colombianos por día (aproximadamente $5 USD)
- Con ReciclaUp: 108,000-120,000 pesos por día (aproximadamente $27-30 USD)
Un incremento de 5-6 veces que, en términos de umbrales PPA, representa cruzar de la proximidad a la pobreza extrema ($3 PPA) hacia niveles superiores dentro de la BOP. Sin embargo, cuando Elvis describe su transformación, el énfasis no está en los números:
«Antes yo reciclaba en los containers y la gente me rechazaba, me decían que yo era un indigente de la calle… ahora me miran diferente, me tratan también cómo soy. Digo, buenos días, ¿cómo están?… La gente me espera… me guarda que si el tinto (café), que si el pan. Me alegro. Yo digo, bueno, eso son bendiciones.»
Elvis pasó de enfrentar rechazo y estigmatización a ser esperado y respetado en sus rutas. Tiene carné, chaleco, y relaciones estables con los usuarios. Esta transformación en reconocimiento social y dignidad laboral tiene implicaciones económicas concretas: mayor eficiencia operativa al no perder tiempo siendo rechazado, mayor estabilidad de ingresos cuando los usuarios le guardan material específicamente, y construcción de capital social que funciona como red de seguridad informal.
Conoce la historia de Elvis ⏯️
Bertha: El cambio en las relaciones económicas. Bertha, 42 años, lleva casi dos décadas reciclando en Santa Marta. Su relato evidencia una transformación en las dinámicas de poder económico:
«Antes la gente decía que nosotros teníamos sueldo… nos trataban feo… Ahora la gente nos espera a nosotros para darnos el reciclaje y lo guardan limpiecito… Ya nos miran con otra cara… nos entregan en las manos, nos dicen ‘Buenos días, ¿cómo están?'»
Bertha describe un cambio de caridad («le regalo mi basura al primero que pase») a transacción reconocida («te guardo mi reciclaje limpio a cambio de puntos»). Esta formalización informal no aparece en estadísticas – ella sigue siendo trabajadora informal sin contrato ni prestaciones – pero su posición económica y social cambió sustancialmente.
Conoce la historia de Bertha ⏯️
El valor económico de la dignidad. Las transformaciones que describen Elvis y Bertha plantean un desafío metodológico: ¿cómo capturar el valor económico del reconocimiento social y la dignidad laboral? El respeto de los usuarios tiene efectos materiales medibles: reduce volatilidad de ingresos, mejora eficiencia operativa, construye redes de apoyo que funcionan como seguros informales. Sin embargo, estos factores raramente aparecen en las mediciones estándar de ingreso PPA. Las metodologías multidimensionales de pobreza incorporan algunas de estas dimensiones (acceso a servicios, calidad de empleo), pero la transformación en reconocimiento social y reducción de estigma permanece mayormente invisible en las métricas.
Desafíos de medición en proyectos con trabajadores informales. Nuestra experiencia trabajando con recicladores revela dificultades recurrentes que enfrentan las organizaciones implementadoras:
La volatilidad extrema de ingresos dificulta establecer líneas de base confiables. Los ingresos de una persona recicladora pueden variar significativamente según día de la semana, clima, o campañas estacionales. El trabajo familiar no cuantificable complica determinar si los ingresos reportados corresponden a esfuerzo individual o colectivo. La ausencia de medición de ingreso por hora (solo ingresos totales) oculta información crucial sobre productividad y eficiencia. Los beneficios no monetarios – como el café y pan que mencionan, el respeto social, la estabilidad emocional de no ser tratados como «indigentes» – tienen valor económico real pero resultan difíciles de cuantificar en términos comparables. Finalmente, intervenciones que dependen de plataformas tecnológicas (como ReciclaUp) introducen nuevas variables: acceso a smartphone, alfabetización digital y cobertura móvil que crean diferenciaciones dentro de la propia población BOP.
¿Salieron de la pobreza? La pregunta admite respuestas diferentes según la métrica utilizada. Elvis probablemente cruzó umbrales de pobreza extrema pero permanece en la BOP; ambas personas continúan en economía informal sin protecciones laborales formales y vulnerables a shocks de salud o cambios de políticas públicas. Sin embargo, en sus propias palabras – «estoy alegre… eso son bendiciones» (Elvis), «estoy feliz, estoy contenta con el reciclaje» (Bertha) – el énfasis está en el cambio en el trato social y reconocimiento, no principalmente en los ingresos.
En R4S estamos trabajando en mejorar nuestras metodologías de medición del impacto, buscando una estandarización interna que nos permita capturar indicadores significativos tanto cuantitativos como cualitativos. Sin embargo, reconocemos que los retos son enormes de cara a las dinámicas específicas que nos encontramos en cada país.
La historia de ReciclaUp sugiere que quizás estamos haciendo la pregunta equivocada. En lugar de «¿cuántas personas sacamos de la pobreza según línea X?», deberíamos preguntar: «¿Mejoramos materialmente la calidad de vida, dignidad y agencia económica de las personas?» La segunda pregunta es más difícil de cuantificar, pero infinitamente más honesta con la realidad de los 4,5 mil millones de personas en la BOP.
Box 2: Algunas herramientas prácticas para medir pobreza y BOP
Para gobiernos y organizaciones grandes:
- PIP del Banco Mundial: Calculadora en línea gratuita para estimaciones de pobreza usando diferentes líneas y años PPP
- Índice de Pobreza Multidimensional (IPM): Desarrollado por OPHI/PNUD, mide 10 indicadores en 3 dimensiones (salud, educación, nivel de vida)
- Metodologías CEPAL: Específicas para América Latina, incluyen contexto regional
Para ONGs y empresas sociales:
- Progress out of Poverty Index (PPI): Solo 10 preguntas simples para estimar probabilidad de pobreza
- Gratis y disponible para +60 países
- Se puede aplicar en 5-10 minutos
- Ejemplo de preguntas: «¿Cuántos miembros del hogar saben leer y escribir?» «¿De qué material es el piso de la casa?»
- IRIS Metrics (GIIN): Catálogo estandarizado para medir impacto social
- Incluye métricas para clientes BOP
- Compatible con reportes para inversionistas
Para investigadoras:
- Encuestas de hogares nacionales: Datos crudos para análisis propios
- Global Consumption Database (IFC): Patrones de gasto de 4.5 mil millones en la BOP
No te pierdas la #SerieBOP3 que publicaremos próximamente. En el siguiente artículo, pondremos la lupa sobre el enfoque unidimensional: qué aporta su simplicidad y comparabilidad internacional, y qué deja fuera; los enfoques multidimensionales: qué cambia cuando incorporamos privaciones más allá del ingreso y por qué esto puede ser más útil para políticas y decisiones de diseño; y el desafío de estandarizar: por qué no es solo un problema técnico (datos, PPA, años base), sino también político y conceptual: qué entendemos por pobreza, qué umbral consideramos “vida digna” y para qué usamos la medición.