Recolección de Residuos como salida al mundo laboral | Techo de Cristal y Retos dentro de la Informalidad | Barreras invisibles en la integración de personas jóvenes recicladoras | La experiencia de las personas mayores y rol de las asociaciones de reciclaje | Qué soluciones podemos proponer para romper el Techo de Cristal?
¿Conoces la definición y las complejidades sociales relacionadas al término “Techo de Cristal”? Hablemos de los desafíos que enfrentan los y las jóvenes recicladoras en la economía del reciclaje selectivo desde la perspectiva de la informalidad y de la formalización.
Recolección de Residuos como salida al mundo laboral
Cuando se pertenece a una comunidad con oportunidades económicas limitadas y se empieza a trabajar, es común la atracción a la recolección de residuos, ya que es de las pocas opciones de generación de ingresos disponibles e inmediatos (Gunsilius et al., 2011). El reciclaje informal es una manera que han encontrado muchas personas de generar un ingreso de forma autónoma mediante la recolección de residuos valorizables. Mientras que, los procesos de formalización han permitido a estos grupos de personas construir un sistema de recolección de residuos reciclables más organizado y amparado por la asociatividad o el cooperativismo.
Techo de Cristal y Retos dentro de la Informalidad
El “Techo de Cristal” es un término usado como metáfora para describir las barreras invisibles por medio de las cuales, colectivos o minorías de personas puedan alcanzar un siguiente eslabón o mejores posiciones laborales, profesionales o sociales (ONU Mujeres Centro de Capacitación, 2024). Si bien, este término ha tomado más fuerza en las luchas por los derechos de las mujeres, se puede trasladar a otros campos de dignificación y visibilización de colectivos vulnerables o en riesgo de exclusión social, como las personas jóvenes recicladoras.
Dentro de la informalidad, algunos de los retos a los que se enfrentan las personas recicladoras son las condiciones de insalubridad propias de la actividad, la falta de equipamiento y elementos de protección personal, los problemas de salud, la violencia social, la ausencia de derechos laborales, que desencadenan en condiciones de vida aún más precarias y de invisibilización de estas personas y su núcleo familiar.
En adición a estos retos, el panorama de la recolección de residuos puede ser complejo y desafiante, especialmente para los y las jóvenes que intentan ingresar a esta industria. Una de las principales dificultades que enfrentan las personas recicladoras de menos edad, es navegar por la jerarquía no escrita y las estructuras de autoridad que existen tanto en las calles y en ciertos espacios urbanos, como en estructuras más organizadas como las asociaciones de reciclaje conformadas por personas recicladoras de base.
En este artículo hemos preparado una recopilación de información secundaria de las barreras a las que se han enfrentado y que experimentan actualmente las personas jóvenes recicladoras tanto desde la informalidad de la actividad como en los espacios operativos y administrativos de la formalidad. Buscamos exponer las perspectivas de todas las partes involucradas y cómo desde nuestra experiencia se pueden buscar marcos estructurales para romper estas barreras invisibles.
Barreras invisibles en la integración de personas jóvenes recicladoras
Como descubrieron Díaz y Otoma (2014) en su estudio sobre el reciclaje informal en Chiclayo, Perú, la integración de las personas informales a los sistemas municipales de gestión de residuos puede ser un desafío debido a las complejas dinámicas y estructuras de poder propias de la informalidad. Estos desafíos se robustecen con la falta de experiencia de las personas jóvenes en los primeros años de trabajo, y que no solamente se relaciona con la fase de recolección, sino además con el proceso de venta del material recolectado, así lo afirma Doña Carmen[1], recicladora hace 13 años en Bolivia:
“A estas alturas si ya tengo más experiencia en cuestión de los diferentes materiales que se reciclan, para la separación y la venta igual, porque ya se vende a diferentes empresas. Ya por la experiencia ya tenemos diferentes precios, porque por la antigüedad ya te mejoran los precios”.
Esta dinámica significa que los y las jóvenes a menudo son relegados a áreas menos deseables u obligadas a trabajar según los horarios de sus compañeros y compañeras mayores. Es posible que tengan que esperar años, hasta que la generación anterior se jubile o fallezca, antes de poder reclamar territorios de recolección de primera calidad (Samson, 2010).
[1] Los nombres de las personas entrevistadas para este artículo han sido cambiados.
De igual forma, muchos territorios y rutas de recolección de residuos suelen ser efectivamente “propiedad” de recicladores y recicladoras de mayor edad y experiencia que han estado trabajando en esas mismas áreas durante años o incluso décadas. Estas personas de mayor edad tienen una autoridad implícita sobre su territorio, y se espera que los foráneos más jóvenes respeten su antigüedad y esperen su turno (Dias, 2016).
Más allá de los desafíos interpersonales, las personas más jóvenes también enfrentan mayores riesgos físicos en comparación con sus homólogas más experimentadas. Navegar por vertederos peligrosos, sortear calles concurridas y levantar cargas pesadas de materiales reciclables conlleva mayores peligros para quienes carecen de las habilidades que conllevan años de trabajo (Rouse, 2006). No obstante a lo anterior, una de las razones de dicha segregación generacional, puede estar relacionada a cómo se perciben las personas jóvenes que llegan al gremio, Doña Nelly, recicladora desde hace más de 20 años en Bolivia, concluye que “es más fácil para los jóvenes porque son más agiles y se desenvuelven más rápido en el área de trabajo”, lo cual puede sentirse como una amenaza laboral y económica para las personas mayores.
La experiencia de las personas mayores y rol de las asociaciones de reciclaje
Desde otra cara de la moneda, el fenómeno del techo de cristal generacional presenta una dimensión que merece especial atención y reconocimiento. Esta dimensión se refiere a la valiosa experiencia y conocimientos acumulados por las personas mayores a lo largo de sus años de dedicación a esta labor, los cuales constituyen un recurso invaluable en el proceso de formalización del sector. En este contexto, las asociaciones y cooperativas desempeñan un papel fundamental al facilitar la integración de estos conocimientos en la construcción de roles de equipo y liderazgo. Es esencial reconocer y valorar esta contribución, ya que no solo enriquece el desarrollo de la industria del reciclaje, sino que también fortalece la cohesión y la eficacia de las comunidades de recicladores y recicladoras. Dña. Carmen resalta esta importancia expresando: “como personas y como compañeros debemos respetar a nuestras personas mayores, uno porque ya tienen la experiencia del trabajo, dos porque tienen más conocimiento que nosotros dónde vender, qué vender y qué material sirve y qué no sirve”.
Sin embargo, como ya hemos mencionado, cuando una persona con mayor experiencia y autoridad asume roles de liderazgo dentro de un proceso de formalización, pueden surgir nuevas barreras y conflictos con personas más jóvenes. Un ejemplo de esto se observa en el Proyecto de Formalización e Inserción Económica de Santa Marta, Colombia. Este proyecto se llevó a cabo en el contexto del cierre de un vertedero municipal, donde personas recicladoras trabajaban extrayendo materiales reciclables.
Tras el cierre, se conformaron asociaciones de recolección y reciclaje, que a su vez requerían roles de liderazgo y administración. Una de las personas que asumió uno de estos roles es una persona con mayor experiencia y reconocida por ser líder entre sus compañeros y compañeras homólogas. Carlos, joven de 24 años con 9 años de experiencia como reciclador, ha decidido retirarse de la asociación y relata su punto de vista: “La patrona no está por el trabajo del reciclador (…) Ella se levantó como líder gracias al apoyo de los recicladores, no por ella sola, pero no mira por los recicladores”. Según Carlos, aspirar a obtener mayores ingresos o mejorar su rol dentro de la asociación no será posible si el liderazgo lo sigue ejerciendo quien ha estado como líder durante los últimos años y a su vez, vela por el beneficio propio de su familia o personas más cercanas por encima del bienestar de las personas asociadas.
En relación con la situación vivida por Carlos, es común que, además de los conflictos previamente mencionados, surjan aquellos asociados a las jerarquías familiares en la creación de asociaciones, especialmente en sus primeros años de existencia. Las personas más jóvenes dentro del grupo familiar a menudo se ven obligadas a respetar y no sobrepasar la autoridad de sus mayores, quienes ocupan posiciones superiores en el árbol genealógico.
En conclusión, el techo de cristal generacional en el reciclaje informal y formal presenta complejos desafíos y conflictos, exacerbados por la dinámica de poder y experiencia entre generaciones. Los jóvenes recicladores enfrentan barreras significativas en su intento de integrarse y avanzar, tanto en el ámbito informal como en procesos de formalización. La autoridad de los recicladores mayores, aunque valiosa por su experiencia, puede limitar las oportunidades para las generaciones más jóvenes.
¿Qué soluciones podemos proponer para romper el Techo de Cristal? La formalización, el acompañamiento y empoderamiento de las personas mayores y jóvenes son un primer paso en el camino de crear entornos más equitativos e inclusivos.
El techo de cristal generacional presenta barreras que pueden ser superadas mediante herramientas como la generación de capacidades y los procesos de formalización de las personas recicladoras. Estas estrategias, además de contribuir a resolver conflictos de propiedad y autoridad en las calles, abordan complejidades relacionadas con la seguridad, la dignificación laboral y la mejora de la calidad de vida. Sin embargo, según nuestra experiencia y los relatos de las personas recicladoras en este artículo, las barreras no terminan con la formalización de la actividad. Especialmente, cuando las posiciones de poder en las nuevas organizaciones son asumidas por antiguas personas mayores reconocidas por ser líderes en el gremio, quienes se mantienen con un rol dominante e influyente sobre las decisiones y la administración de los intereses de las personas asociadas.
En este contexto, una vez ya se ha dado un primer paso hacia la formalización, es posible romper las barreras generacionales mediante estrategias de desarrollo de capacidades. Estas pueden implementarse a través de formaciones y espacios de co-creación, enfocados en fortalecer el trabajo en equipo y promover roles de liderazgo participativo. El objetivo es proporcionar a todas las personas miembro de la asociación las herramientas y el empoderamiento para minimizar las dificultades y fomentar una colaboración más equitativa y eficaz especialmente entre quienes lideran y las demás personas más jóvenes.
Ante estas experiencias de éxito, Dña. Belén resalta la importancia del involucramiento de todas las personas en un objetivo común, en sus propias palabras: “tratar de que el compañero trabaje de hombro a hombro, que le ponga la camiseta al proyecto que uno tiene como asociación o personal, si te pones la camiseta vas a lograr progresar económicamente”. Estos testimonios reflejan el reconocimiento de los beneficios que trae el trabajo en equipo cuando se buscan objetivos comunes, construidos en conjunto a través de la asociatividad o el cooperativismo. Esto asegura que tanto las antiguas generaciones como las personas jóvenes tengan un lugar y todos pueden asumir roles diversos, promoviendo así el beneficio común.
Cuando estas herramientas no son suficientes y los conflictos escalan a tal punto de provocar la retirada de miembros de la asociación, puede ser necesario buscar otras soluciones adicionales, como la democratización en la elección de roles de liderazgo. Esto permite abrir oportunidades para personas más jóvenes, con el mismo interés de liderar y de asumir otras responsabilidades, dentro de las actividades de la organización.
En conclusión, el Techo de Cristal asociado a las jerarquías dentro de la economía de la recolección selectiva de residuos, presenta barreras invisibles para las personas más jóvenes, afectando no solamente sus ingresos, sino también su salud física y la de su núcleo familiar. Por lo tanto, consideramos que la implementación de herramientas y estrategias descritas anteriormente podrían ayudar a crear sistemas de gestión de residuos más equitativos y sostenibles beneficiando tanto a las personas recicladoras jóvenes como a las experimentadas. Es esencial fomentar una colaboración intergeneracional, donde la experiencia de las personas mayores y la energía de las jóvenes se complementen, creando así un entorno más inclusivo y equitativo para todas las personas.
Bibliografía
Dias, S. M. (2016). Waste pickers and cities. Environment and Urbanization,
Diaz, R. A., & Otoma, S. (2014). Effect of informal recycling on waste collection and transportation: the case of Chiclayo city in Peru. Waste Management & Research
Diaz, R. A., & Otoma, S. (2016). Constrained recycling: a framework to reduce landfilling in developing countries. Waste Management & Research
Gunsilius, E., Spies, S., García-Cortés, S., Medina, M., Dias, S., Scheinberg, A., … & Ruiz, S. (2011). The economics of the informal sector in solid waste management.
Kaza, S., Yao, L. C., Bhada-Tata, P., & Van Woerden, F. (2018). What a Waste 2.0: A Global Snapshot of Solid Waste Management to 2050ONU Mujeres Centro de Capacitación. (Abril de 2024). Obtenido de Glosario de Igualdad de Género
Rouse, J. R. (2006). Seeking common ground for people: Livelihoods, governance and waste. Habitat International
Samson, M. (2010). Reclaiming livelihoods: The role of reclaimers in municipal waste management systems. WIEGO Policy Brief (Urban Policies)