Justicia Climática a través de los negocios inclusivos en reciclaje

Cuando la crisis climática impacta dos veces 

La emergencia climática tiene rostros, nombres y códigos postales. Más que una abstracción estadística, es una realidad que redistribuye oportunidades y riesgos de manera desigual. 

Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) los países que menos han contribuido a las emisiones globales enfrentan los impactos más devastadores, principalmente los países del sur global. Pero hay una capa más profunda de injusticia: dentro de estos países, existe un grupo que recibe un golpe doble, casi invisible en las discusiones de política climática: las personas que viven y trabajan en la economía informal

El reciente estudio de WIEGO “Climate-Change Impacts and Adaptation Strategies: Waste Pickers’ Experiences from Brazil”, para el cual se realizaron entrevistas con personas recicladoras tanto cooperativizadas como no organizadas del país amazónico a lo largo de 6 meses, aporta claridad a esta realidad: 

  • 91% experimentó al menos un evento climático extremo en el último año
  • 85% reportó olas de calor anormales que afectaron directamente su capacidad de trabajar
  • 39% enfrentó inundaciones repentinas que dañaron materiales, equipos y documentos esenciales  
  • Las personas trabajadoras no organizadas sufrieron impactos más severos que aquellas integradas en cooperativas

Las consecuencias son multidimensionales. Las temperaturas extremas causan deshidratación, golpes de calor, fatiga crónica. Las inundaciones aumentan enfermedades infecciosas, reducen el valor de materiales reciclables y destruyen equipos esenciales.

La infraestructura como amplificador de injusticia 

Aquí aparece un punto clave para entender esta realidad: el cambio climático no genera vulnerabilidad desde cero, sino que amplifica desigualdades preexistentes.

Muchas personas recicladoras trabajan en espacios improvisados—galpones sin ventilación adecuada, sin sistemas de drenaje, sin protección térmica. Cuando llega una ola de calor, estos espacios se convierten en hornos. Cuando llueve torrencialmente, se inundan. La infraestructura precaria puede convertir eventos climáticos en crisis laborales, sanitarias y económicas. 

Esta vulnerabilidad tiene raíces sociales: está ligada a sistemas que históricamente han dejado fuera a estas personas de la protección, los recursos y una infraestructura digna. 

La paradoja que conviene nombrar 

Y aquí aparece una paradoja llamativa: estas mismas personas son parte de la solución climática. Lejos de ser víctimas pasivas, las personas recicladoras informales son agentes activos de mitigación climática, aunque raramente se les reconozca como tal. Según múltiples estudios: 

  • Recuperan más del 58% del plástico reciclado globalmente (Winnie W., et al.,2020)
  • Son la columna vertebral del reciclaje en países del Sur Global 
  • Reducen significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero al desviar residuos de vertederos 

Pero sus contribuciones van más allá del reciclaje directo: 

  • Su actividad previene inundaciones al evitar que residuos bloqueen alcantarillas y sistemas de drenaje—precisamente la infraestructura crítica durante eventos climáticos extremos
  • Contribuyen a mejorar el uso del suelo y preservan áreas verdes urbanas
  • Facilitan la circulación del agua en ecosistemas urbanos

Una ecuación desigual: quienes están contribuyendo a las soluciones climáticas urbanas son quienes sufren doblemente los impactos del cambio climático y quienes menos reciben reconocimiento, compensación o apoyo institucional. Y es que no sólo se ven afectadas sus condiciones laborales por el hecho de estar trabajando en espacios exteriores y en interiores no seguros, sino que además se ven afectadas también sus condiciones de vida por el hecho de vivir en zonas con infraestructuras y servicios limitados. 

El estudio de WIEGO determina que un 30% de las personas recicladoras entrevistadas no recibió ningún apoyo de gobiernos, sociedad civil o sector privado para hacer frente a eventos climáticos. Del 70% que sí recibió apoyos, cabe destacar dos hechos: primero, que principalmente se trató de donaciones puntuales y no de apoyo estructural; segundo, que fueron donativos posteriores a algún evento climático con fines restaurativos, no de soporte estructural para la prevención. Este es un ejemplo claro de lo que significa la injusticia climática. 

De la retórica a la práctica: negocios inclusivos como palanca 

La justicia climática cobra sentido cuando se materializa en transformaciones concretas que reconocen, compensan y empoderan a quienes ya están haciendo el trabajo. 

Un líder reciclador de Bahía lo planteó claramente para WIEGO: “Los gobiernos municipales deberían firmar contratos con las cooperativas para establecer la recolección de residuos sólidos y pagar a los recicladores por la prestación del servicio. Con la recolección de residuos sólidos, estamos reduciendo el gasto público dado que hay una disminución en los residuos enviados a vertederos”

Y una recicladora líder de Minas Gerais fue aún más directa: “Para aquellos de nosotros que somos negros y pobres, no tenemos acceso a los medios de producción. El apoyo del gobierno municipal no es caridad. Nuestros desafíos deben abordarse en la esfera económica, no solo en la social”

En R4S. trabajamos en la formalización de la actividad de las personas recicladoras como vehículo estratégico para construir justicia climática mientras se genera valor económico sostenible.

Un negocio inclusivo en el contexto del reciclaje debe: 

  1. Integrar a personas trabajadoras de la base de la pirámide como socios productivos, no como beneficiarios pasivos
  2. Generar valor económico genuino—ser rentable, escalable y competitivo
  3. Producir impacto social tangible—mejorar ingresos, condiciones laborales, acceso a protección social
  4. Contribuir a objetivos ambientales—reducir emisiones, mejorar gestión de residuos, fortalecer economía circular
  5. Fortalecer resiliencia climática—tanto de los trabajadores como del sistema urbano 

Cuando trabajamos en proyectos de reciclaje inclusivo, lo hacemos cubriendo todo el ciclo de vida: Ideación → Diseño →  Implementación → Monitoreo 

Co-diseñamos con todos los actores, particularmente con las propias personas recicladoras, quienes conocen mejor que nadie las dinámicas del sector. 

¿Por qué esto es justicia climática en acción? Porque contribuye a cambiar las reglas del juego: 

  • Reconoce formalmente el valor ambiental del trabajo que ya se está realizando
  • Refuerza económicamente colectivos vulnerados a través de actividades de negocio
  • Empodera a través del trabajo cooperativo o de asociatividad, dando a las personas recicladoras una estructura que les permite ser más fuertes y resilientes ante el impacto de desastres climáticos
  • Invierte en infraestructura climáticamente sensible como drenajes, ventilación, protección térmica o espacios de refugio
Fuentes: